ImproVersa, Aladuría y todo el universo que Julián Bozzo expande tiene su origen en 2003 cuando aún estudiaba Pedagogía. En esa época, al igual que ahora, compaginaba su vida estudiosa con las giras y la música. 

Sin embargo, todo cambió una tarde que comenzó en la que se dio cuenta de que eso que en la Universidad se llamaba Creatividad, no era lo que él experimentaba cuando cantaba y se abría al mundo. 

“El arte no tiene sentido si en su expresión no se ve a la persona que se está entregando. El arte necesita mostrar lo vulnerable, necesita evitar la perfección y la mesura, el arte no está al servicio del producto, sino del encuentro con uno mismo”.